7 may 2018

7 años después...

Hay weás increíbles acerca de la tecnología... aquí estoy, 7 años más tarde, después del último o últimos posts que escribí aquí que ya parecían una eternidad después de la vez anterior a esa que había pasado por aquí... 7 años más tarde, sentada en una biblioteca de Melbourne, en Australia. 
y por triste que parezca, sólo leí un par de posts antiguos y me sorprendo de pensar: soy la misma que hace 7 años.

Pero la verdad es que no. 

Soy Natalia, soy  mujer. Eso no ha cambiado. 
Pero tengo 32 años, estoy 7 años más sabia y más madura, he aprendido un millón y medio de lecciones y vivido incontables sensaciones, en distintos países del mundo, con distinta gente, soltera, emparejada, con amigos y sola, con familia. Con hombres, con mujeres, en inglés, en español. He crecido, he caído, he llorado (puta que he llorado!!)

Y hay pocas cosas en las que a lo largo de mi vida siempre he encontrado refugio: el canto, y la escritura son dos de ellas. Y SIEMPRE las dejo de lado. las boto, las olvido, no las cultivo. Qué tonta!!

Me han pasado tantas cosas que me inspiré y voy a empezar a escribir de nuevo. Tengo muchos proyectos en la cabeza, y después de una depre tremenda de la que espero salir pronto pero que me ha pegado terriblemente fuerte, con ruptura amorosa de por medio, viviendo fuera de mi país, sin mis amigos ni mi familia alrededor, sin estabilidad económica, y pensando que todo el mundo jura que estoy happy y realizada, me estoy esforzando por encontrar refugio en estas pequeñas cosas que me hacen sentir bien.

No lo haré aquí, ni en formato de blog diario de vida, pero espero que ayude a otros también, porque de las cosas que más orgullo me daba en el tiempo en que yo tenía mi pequeño ego herido y escribía mi diario de vida aquí, era ver como algunas personas se sentían identificadas y me escribían al respecto. Y no porque me sintiera con algun crédito como para aconsejarles, pero simplemente me sentía acompañada en el sentimiento.

Aunque Pedro, mi primer ciberamor que se transformó en pololo y luego ex pololo y luego super amigo, e inspirador de mi blog en su momento, siempre me molestó con que los hueones que me leían eran puros calientes que me joteaban por mi foto. Jajajaja, demás que sí. Pero qué importa!?

Lo tierno de toda esta cuestión es que, entre las cosas que me reconfortan en mis momentos de bajón extremo, como dije antes, está el canto también. La música en general. Desde que estoy sola aquí, sin mi hermano y sin muchos amigos, ahora sin pareja, me refugio mucho en la música. Me acompaña a todas partes, y los audífonos o el parlante, van conmigo a todas. Mientras me muevo en bici, cuando me la puedo, a la pega, en el tram, el bus, el tren... cuando estoy sola en el parque, o con amigos en un picnic. Para dormirme, para levantarme. Música. Romántica, entretenida, bailable... sacra, celta, hindú, country... de yoga, de meditación, clásica, pop. Rock, más o menos pesado, en inglés, en español. Y hoy escucho a mi papá. Mi primer rockstar, jaja. Sus hits de juventud, cuando tocaba y componía para nosotros, para su mujer, mi mamá, para cada uno de sus hijos, con amigos, cuando tenía menos preocupaciones y se daba el tiempo de hacer música y cantar. Espero que retome esa pasión que me transmitió a mi desde tan chica y que yo también he abandonado. 

Anyway... La ultima vez que escribí aquí, dos viejos lectores de la época de los blogs reaparecieron. Quizá reaparecen esta vez de nuevo. Si no aparece nadie, que es lo más probable, mejor. Estoy muy desactualizada y sé que los blogs hoy en día no calientan a nadie, que hay que ser instagramer, o youtuber, o snapchatter, o como se llame, la tendencia o la red social en boga, y yo estoy media vieja para esas cosas... pero tengo ideas, tengo proyectos iniciados, y esta inspiración me va a servir para salir del hoyo en el que estoy, y retomar las pasiones que me van a mejorar el corazón. 


Melbourne, mayo 2018.